Cuando se cuente la historia de la temporada 2018-19 de la Premier League, será curioso que la primera competición de peso pesado entre los dos equipos, de los que se supone que tienen los jugadores más destacados: los aspirantes y los campeones, según el anuncio de la televisión, sea apta sólo para un lugar en la letra pequeña.
¿Acabó el Liverpool contra el Manchester City, con todas sus riquezas ofensivas, en un empate a 0-0? No muchos se habrían anticipado a tal resultado y para Riyad Mahrez será recordado como un calvario personal.
Mahrez tuvo el triunfo en sus botas
Por lo menos, Mahrez se atrevió a aprovechar el balón cuando la entrada de Virgil van Dijk contra Leroy Sané, uno de los suplentes del City, dio al equipo de Pep Guardiola un penal en el minuto 85 y la oportunidad de ganar un partido extrañamente reprimido. Para entonces ya había sido sustituido Sergio Agüero, el delabteri habitual del City. Su reemplazo, Gabriel Jesús, quería la gloria pero a Mahrez se le dio la responsabilidad y City se arrepentirá de la oportunidad perdida. El penalti de Mahrez fue golpeado salvajemente, se elevó por encima del travesaño y aún así se elevó cuando se estrelló contra la multitud.
¿Debería haberla tomado en primer lugar? Mahrez ha fallado cinco de sus últimos ocho penales y, como mínimo, es una pregunta legítima teniendo en cuenta la importancia de ese tiro, con el City tratando de dar un importante golpe inicial en la carrera por el título. Mahrez tuvo la oportunidad de asegurar la primera victoria del City en Anfield en 18 intentos. Así las cosas, el Liverpool puede reflexionar sobre una afortunada escapada en un día que, por lo demás, estuvo lleno de intrigas, pero sin incidentes y, durante largos períodos, no estuvo muy lejos de ser un poco apestoso.
Si eso suena un poco duro, quizás se deba a la épica contienda de la temporada pasada, en la que el Liverpool lideró por 4-1, se vio obligado a remontar hasta el 4-3 en los últimos seis minutos y el City estuvo a punto de completar una improbable hazaña de escapatoria en el tiempo de parada. Guardiola no disfrutó de haber sido el segundo mejor en un emocionante partido de siete goles, y esta vez su equipo estaba preparado para jugar con moderación, para frenar el juego y evitar que el Liverpool desplegara la táctica favorita de Anfield de presión sostenida, a menudo salvaje. Eso dejó al Liverpool con un tipo diferente de desafío y la parte más decepcionante para Jürgen Klopp debe ser que no tuvo el ingenio o la creatividad para conjurar una sola oportunidad clara.